sábado, 11 de agosto de 2007

VOLANDO HACIA IGUAZÚ

Kristy tiene 22 años y es, aparte de alta, rubia y guapa, norteamericana, de Salt Lake City (Utha). Es de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, en cristiano: los mormones. Ha venido a Buenos Aires a propagar a los argentinos que Dios les ama, y de paso a convertirlos a la autentica fe. Lleva un año y se siente satisfecha de haber iluminado a unas 10 personas. Intenta, con una sonrisa y con los dientes más blanco que he visto nunca (¿se los teñirán o es una muestra divina?) cumplir su misión evangelizadora conmigo. Me ha pillado, estamos a unos 3.000 metros del suelo y yo al lado de la ventanilla. Le ha gustado mucho Argentina aunque no ha podido conversar con los argentinos por su cuenta, la iglesia le impide que se relacione sola. Incluso no está bien visto que hable con miembros de su familia desde la distancia, ella lo entiende: es por nuestro bien, por nuestro crecimiento en la verdadera fe. Y eso que su familia también es de la misma iglesia. Sonríe. Su ilusión es conocer a un joven creyente y casarse en el templo de la comunidad en Salt Lake City. No puedo evitarlo y le formulo la pregunta, convencido que no ha leido a Martin Gardner: Sí Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. ¿Adán tenía ombligo? Deja de sonreír, no, no se le había ocurrido semejante pregunta. Muestra un desconocimiento absoluto sobre cualquier tema: cine, literatura, política, historia... incluso defiende, con un panfleto de su religión que Jesucristo llegó a América antes que Colón (lo demuestra que han encontrado inscripciones incas y aztecas de un hombre blanco y con barba) y que se construyó Machupichu y los templos aztecas en su honor. Uno no sabe si decirle que Papa Noel son los padres y que el Ratoncito Pérez es un invento del Colegio de odontólogos. De todas maneras en un alarde de erudición y ante la pregunta de si conozco su religión le cuento que el Sr. Smith se encontró unos escritos en páginas de oro donde Dios le explicaba todo. Casualmente luego se perdió, pero los verdaderos creyentes no dudan de ello. Le cuento como se formó su religión a trancas y barrancas e incluso le cuento lo de la montaña que tienen horadada cerca de Salt Lake City y donde constan los apellidos de todo el mundo conocido ¿para que querrá Dios en su absoluto conocimiento mirar unos legajos antiguos? Al final me mira como si yo fuera el profeta. O Satán ¿Cómo sabes tantas cosas si nunca has hablado con ninguno de nosotros?. Pobre criatura. No, no me atrevo a contarle lo de Papa Noel.

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