viernes, 24 de julio de 2009

EL PASO DE OSORNO

Me había gustado mucho el paso andino entre Santiago de Chile y Mendoza, pero este. Uf! este es precioso. El autocar se para en mitad de la cordillera, en medio de las dos fronteras. Entre Puerto Montt y Bariloche. El lugar es hermoso: bosques de nothofagus siempre verdes, grupos de bambú por aquí y por allá, un rio que cae entre las rocas... Durante la más de media hora de parada he leido un poco; he escrito sobre una posible editorial de libros de divulgación científica; he bajado del autobús; he visto como trabajaban en la reparación del autocar los chóferes y he hecho fotos del paisaje. Una señora de unos 50 años está cada vez más enfadada y levanta cada vez más la voz.
-¿Qué sucede? -Lo pregunta en un tono que requiere que alguien le conteste con la finalidad de encontar un aliado en su guerra contra el reatardo.

-Creo que se ha roto un manguito de gasolina. -Le digo intentando aparentar que domino el vocabulario.
-¿Y tiene solución? -Está enojada pero me he propuesto hacerla sonreir.
-En esta vida todo tiene solución menos la muerte. -Una mujer que está a su lado sonrie, pero ella no.
-¿
Pero lo podrá arreglar? Estamos en un lugar que no pasa nadie.
-
Bueno, al menos tiene las manos manchadas. -Las sonrisas a su alrededor son notorias pero ella no se baja del burro.
-
Podemos estar aquí dos horas más y llegar tarde a Barriloche.
Sigo sonriendo, me intento mostrar seductor.
-Estas cosas hay que arreglarlas bien. ¿No querrá que lo arreglen mal y tengamos un disgusto. Además, así nos podemos conocer más.
Ha sonreido. Al fin.