miércoles, 18 de abril de 2018

EL DOLOR DE LA PÉRDIDA

Está algo desmejorado. Lleva un batín y un pañuelo de papel redoblado que utiliza para secarse las lagrimas que de vez en cuando afloran.
-Lo lamento, era joven.- Le digo sinceramente.
-No, no lo era, tenía 68 años.
-Bueno, pero era joven relativamente. Cuesta de creer que fuese tan rápido.
-Yo al principio no me lo creía, luego me di cuenta que era así. Ahora, te digo una cosa: Yo estoy aquí, pero cualquier día ya no estoy.  Ya te enterarás por otros.
-No me asustes ¿Estás enfermo? ¿Es grave?
-Me voy a suicidar. Ya lo he intentado 4 veces.
-No se que decirte.
-No me hagas de psicólogo, ya hice muchos años de psicoanálisis y tengo aprendida la lección.
-...
-La primera vez que lo intenté fue como en las películas, un tubo desde el escape a dentro del coche. Me quería dormir y ya está. No se cuantas horas. Al final salí como los pescados cuando los sacas del agua: respirando fuerte.