jueves, 12 de junio de 2008

EL JILGUERO

El hombre parece dudar un instante antes de saltar la valla de la puerta del metro. Debe tener la treintena y es bajo pero corpulento. Lleva unos pantalones de camuflaje y una camiseta a rayas desvahidas de algún equipo. Agarra con especial cuidado una especie de caja recubierta de tela.
En el andén busca a alguien. Llega el metro y la gente se sube. Él encuentra a quien buscaba, otro joven alto y gafas con polo rojo y una carpeta con el logotipo de una universidad. Hablan pero no se les oye por el murmullo general. El metro permanece con las puertas abiertas. De repente resuena la voz del de los pantalones de camuflaje.
-Eres un maricón. Me cago en tus muertos.
El del polo rojo hace que no le importa lo que le está diciendo. La gente ha dejado de hablar y les mira.
-¿Sabes lo que vale este pájaro? - y señala lo que lleva en su mano izquierda.
-Este pájaro vale más que tú. ¿Sabes lo que vale?
-Lo siento, -se disculpa el del polo rojo- no me he dado cuenta.
-Con todo lo alto que eres te aplasto la cabeza.
El otro ha perdido la seguridad del principio y supongo que se pregunta porque el metro no cierra la puerta y se pone en marcha.
-¡Baja! -le dice el otro como si temiera de repente lo mismo. -¡Baja del metro! -y le coge con la mano libre del polo. El otro se aparta.
-Que no bajo.
-Mira como me has dejado la jaula.
Un hombre joven se acerca cautelosamente a los dos.
-Venga, ya está.
-Ha pasado corriendo y me ha tirado al jilguero al suelo.
-No lo he visto - insiste el del polo rojo.
-Ya está, - insiste el interlocutor -¿Qué más quiere que haga?
-Al menos que se disculpe. Que pida perdón.
-Venga, -le dice al del polo rojo- discúlpate.
-Que lo siento, que he bajado corriendo las escaleras y no me he dado cuenta de la jaula, que ha sido sin querer.
Suena el pitido del metro, el de los pantalones de camuflaje parece dudar y baja. El tren se pone en marcha. La gente empieza a susurrar.