jueves, 17 de septiembre de 2009

LA OREJA NO ENGAÑA

-Desde que tengo los cuarenta me fijo en las orejas. Lo veo, solo miro las orejas. Uno puede operarse las tetas o ponerse botox... pero las orejas es el síntoma del envejecimiento. Caen, no es lo mismo una oreja de 20 que de 40. Se caen, las llevan colgando. La de los pendientes es horrible, en vez de agujeros tienen lineas verticales. ¡Quiero una crema para las orejas!

PS
Escrito de contestación al post:

Estimado Sr. Hilario;
Espero que al recibo de estas letras usted y su familia se encuentren buenamente.
Me complace infinitamente tener constancia de que mis humildes ideas le inspiren a la hora de expresarse literariamente.
Acabo de leer su texto (Las orejas no engañan) y algo ha sublevado mi espíritu. Es por ello, y sin acritud se lo digo, que quiero exponerle mi opinión. En un tema tan importante como el envejecimiento orejil, creo que usted ha frivolizado en demasía, sin profundizar en los detalles ni en la importancia que conlleva. Así que, siendo conciente de mis limitaciones expresivas, le expongo las puntualizaciones de contenido y la corrección de estilo que este texto necesita para tratar el tema en su justo punto. Cambiaría el texto que va en fosforito por mi explicación, algo más científica y contrastada.
A la espera de sus noticias, aprovecho para saludarle atentamente.
¡Que Dios les bendiga a usted y a los suyos! (Qui diu Dios pot dir el del gordo de la Lotería o la pitonisa Lola…).

Marilóbulo


Corrección de estilo: Las orejas no engañan

Desde que tengo los cuarenta me fijo en las orejas. Hace unos dos o tres años empecé a fijarme en las orejas de las personas, con el paso del tiempo fui profundizando en mis observaciones, cada vez más detalladas, y ahora que he llegado a los cuarenta ya puedo distinguir claramente entre más de cincuenta tipos de orejas –por edad, sexo y forma–: respingonas, flácidas, pitiminis arrugadas, cratéricas, peludas arbitrarias, peludas ordenadas, cartilaginosas, de lóbulo inflado, de glóbulo chupado, de capas superpuestas, gachas, con superestratos, etc. Lo veo, solo miro las orejas. Sí, quizá con la crisis de los cuarenta, miro menos a los ojos de la gente y más a sus orejas.
Uno puede operarse las tetas o ponerse botox... Con todo el despliegue de medios que el avance tecnológico ha podido desarrollar, hoy en día hay muchísimas formas de combatir el envejecimiento, desde el simple bótox o el lifting facial pasando por todo tipo de siliconas hasta los transplantes mismamente dichos. Podemos recomponernos de cabo a rabo, tener esa mirada, ese cuerpo, esa boca, esta nariz, esa lo que quieras veinteañeras; pero, cuidado, las orejas no engañan: son precisas, implacables, y dicen la edad exacta de quien las expone libremente (privilegiados aquellos que pueden lucir una buena melena –o peluca– para protegerlas de la visión externa), es el síntoma del envejecimiento. Algunas caen, otras se inflan, no es lo mismo una oreja de 20 que una de 40. Se caen, las llevan colgando. La de los pendientes es horrible, en vez de agujeros tienen lineas verticales.Mucho peor para aquellas que pasearon ostensiblemente grandes, brillantes y pesados pendientes… con el tiempo lo pagan: aquellos agujeritos redondos son ahora líneas verticales.
¡Quiero una crema para las orejas! Puedo encontrar todo tipo de cremas para el cutis: antiojeras, antimanchas, anticaída de los pómulos, antiarrugas, hidratantes, tonificantes, antiflacidez del contorno de ojos… adecuadas para todo tipo de pieles. Pero no puedo encontrar ni una sola crema que reafirme la silueta orejil, y mucho menos la adecuada a los distintos tipos de orejas. ¿Por qué? No lo entiendo. Es un mercado en el que no se ha penetrado. Si no nos ponemos de lleno en ello, las demás inversiones que hagamos para reducir nuestra edad caerán en saco roto.
He dicho.