martes, 14 de agosto de 2007

EN TAXI POR SALTA

Subo a un taxi. Debe tener unos treinta y pocos. Habla sin parar y me mira más a mi que a la carretera. Ahora hace fresco pero dentro de un tiempo se llega a los 52º. Estamos a 140 km del Trópico de Cáncer y por eso hace calor. Aunque los indígenas de aquí tienen otra piel. Yo ando dos cuadras y me deshollo la piel, ellos pueden andar km y km, cocinan unas tortitas y las ponen al sol y se cocinan y no se queman. Yo trabajaba en una empresa de camiones congelados, la Transpolar, y conocía Bolivia, Chile, Paraguay, Brasil. Que país Brasil ¿no lo conoce? Los argentinos tenemos famas de calientes y allí las mujeres se te comen. Tienen famas las brasileras. ¡Mamma mía! Yo he estado en Brasil. Yo ¿Cómo se lo explicaría? Te sientas y empiezas a hablarle y ya está, eso si, dos meses antes de las vacaciones te pones un lazo, en plan Rambo. señala algo entre las piernas, y a hacer flexiones, primero con poco peso y después cada vez más. Las brasileñas como están acostumbradas. No hacen ascos. Pero has de tener cuidado, que también hay varones. Se te ponen al lado y te dicen ven para acá argentino y es el acabose. El país de la joda. Las negras amigo, están esculpidas por la mano de Dios, aunque las trigueñas para mi son las mejores. Y habla y habla y me pregunta por las francesas, ¿Ha estado en Francia? ¿Sí? ¿Y las francesas? Aquí tienen fama de dulces y calientes. ¿no las ha probado? y le he de reconocer que no, que no las he probado y él me mira como si se apenase de mi y se vuelve a meter en una conversación alegre, pletórica y contagiosa. La mezcla de sangre es buena así se mejora, excepto la mezcla de gaucho y boliviano, el gaucho es vago y el boliviano bruto, de ahí salen los porteños. Y sigue hablando, gesticulando, divertido...

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