miércoles, 5 de septiembre de 2007

PUERTO NATALES

Eduardo tiene una pensión. Debe tener los cincuenta y pico. Alto, con poco pelo, escoliosis... Y un algo que le categoriza como raro, como el personaje de Norman Bates en Psicosis. Muy raro. Aunque su hija me parece más rara aún. Tiene unos veintipocos y el pelo castaño lacio como su padre. Mientras espero en recepción que venga él aparece su hija.
—¿De qué parte de España eres?
—De Barcelona
—Dicen que es muy bonita.
—Eso dicen
—A mi me gustaría ir a Escocia.
—Debe ser muy bonita
—Asturias dicen que es muy bonita
—Si, también
—Asturias debe ser muy bonita

(callo sin saber que decir)
Me duele la pierna
—¡Ah!
—De aqui para abajo
—Ya
—Como un calambre ¿Qué debe ser?
—¿Un calambre?
—No, empezó aquí arriba
(y se señala cerca de la cadera). Estamos en recepción, ni en sus gestos, ni en su tono de voz, ni sus palabras muestra que esté intentado jugar a la seducción, así que saco mi faceta médica
—¿Y desde cuando te duele
—Desde ayer
—¿Te diste algún golpe? Me fijo que tiene una pequeña marca circular en el pomulo izquierdo. Hago mis cábalas.
No, ninguno. Me duele al moverme
—Bueno, pues descansa
—No puedo si no no me muevo no como.

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