domingo, 2 de diciembre de 2007

TAPEANDO

Pido unas bravas, unas croquetas de jamón y una cerveza. El bar de tapas es amplio y agradable aunque abusan de los ajos, de los pimientos colgados y de las copias baratas de fotos antiguas. El local está casi vacío. Mientras la camarera, una joven de apariencia y acento centroamericano, me atiende, un joven ventiañero, que está en el otro extremo de la barra, reclama su atención. La llama con la intermitencia de los bebidos, como si a veces se le olvidase, pero cuando vuelve lo hace casi a gritos. La camarera le contesta que ahora va, que esta ocupada. El joven sigue insistiendo.
-India, ¿puedes venir?
La camarera tira la caña al estilo de Madrid. Sin inmutarse. A la segunda vez que le llama india un cliente, treintañero, con gafas, de complexion atlética y algo bajito, se levanta y se acerca a él.
-¿Pero quien eres tú para insultarla, desgraciado?
El joven borracho pierde de golpe su atrevimiento.
-Se lo decía con todo el respeto, que conste.
-Si eres un mierda, cacho hijo puta,
Eh! Sin insultar. ¡Eh! -Aunque sigue manteniendo una distancia respetuosa con el otro le ha desaparecido la humildad. -Que mi madre no tiene nada que ver.
El bajito se quita las gafas y se las da a un acompañante se acerca y le pega un puñetazo más visible que efectivo en el antebrazo del otro. Este retrocede hacía atrás de manera teatral. El que ha recogido las gafas le dice algo al salvador para que este cese. Uno que se pone al lado del borracho le dice también algo a este. El borracho exclama:
-¿Y qué que sea policía?
El bajito se ha puesto las gafas y habla con otro compañero corpulento que parece que le animan a dejar el asunto.
El borracho se va animando:
-Yo no soy un hijo de puta.
Nadie le presta atención.
-El hijo de puta lo serás tú.
El bajito le mira con las gafas puestas. Hace ademán de acercarse pero sus compañeros le paran. El otro sigue:
-Tú si que eres un hijo de la gran puta. ¿Me oyes?. El que había hablado con el borracho intercede para que se calle, pero este sigue dale que te dale.
-Eres un mamaracho y un hijo de la gran puta. ¡Payaso!
El bajito hace que se interesa por la conversación de los otros e incluso hace que ríe. Pero el borracho grita:
-Hijo de la gran puta.
El bajito se quita las gafas y, aunque los otros le consiguen placar y evitar que se acerque, le da una patada no demasiado consistente al borracho.
Del sótano sale el encargado y otros camareros, agarran al borracho que se queja y lo sacan fuera. El bajito y los otros se sientan en su mesa.
-Es que no se puede permitir que se metan con alguien que es de fuera y que solo viene a trabajar. Yo he trabajado fuera y sé que es eso.
El encargado, un hombretón aún joven se acerca a la camarera:
-Fanny, si se te meten contigo llámanos, te lo tengo dicho. Después de lo que suena a suave bronca le pide una sonrisa. Fanny accede con una sonrisa postiza. Parece que todo lo que ha sucedido no tuviera nada que ver con ella. Me pregunta si deseo algo más, le digo que otra actuación.
-Esto no es nada una vez me intentaron pagar con un billete falso. Le dije que lo era y me lo tiraron roto a la cara. Me llamaron de todo.

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