martes, 20 de noviembre de 2007

PERROS OBEDIENTES

No sé como se llama ni a que se dedica pero siempre está rondando, a cualquier hora del día, los bares de mi barrio tomando un café. Debe rondar los sesenta y tantos. Ojos de sapos, encías que han retrocedido mostrando unos dientes separados y prominentes y un pelo que solo se circunscribe a los parietales y a la nuca. Va siempre bien vestido, con traje, camisa y corbata. Y aguja dorada para la corbata. No le he visto repetir traje, claro que tampoco me fijo tanto en los trajes de los sesentones calvos. Lo que desde el primer día me llamó la atención es que va acompañado de dos setters negros a los que se dirige en alemán; alemán digno de un sargento de las SS. Les grita con acento de Hamburgo (vamos, digo yo) que se sienten, que esperen o que hagan el pino. Supongo que esto último lo pronuncia mal ya que no lo hacen. Y mientras ellos esperan aburridos, él habla con los camareros o con el propietario (no menos aburridos).

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