sábado, 10 de noviembre de 2007

PERDUTS EN LA INMENSA MAR BLAVA

La pareja deben tener los 60 y muchos. Se conservan bien: altos, compactos, saludables, inseguros, vestidos con cuidado aunque la ropa sigue pareciendo de domingo. No debe faltarles el dinero pero en la cara, aún en los gestos tienen el sello de una vida de postguerra. Me paran en la calle y me muestran algo que acercan a mi cara.
-Perdone, ¿sabe dónde está este hotel?
Miro la tarjeta. Es una tarjeta de color crema donde pone un par de frases firmadas supuestamente por el Dalai Lama que habla de la importancia del descanso. Abajo pone las siglas del hotel y Barcelona. Ninguna dirección, ningún teléfono. Giro la tarjeta. No hay nada más.
-Hemos salido del hotel y ahora no lo encontramos.
-No lo conozco.
-Hemos dado una vuelta. Por la calle se iba hasta la plaza España.
Señalo el hotel que esta detrás de nosotros, pero no, no coincide con las iniciales.
-¿Han estado en él?
-Si, es de tres estrellas.
-¿Es grande? ¿Cuantos pisos tiene?
-Si, es grande- dice ella.
-Al lado hay un concesionario Opel.
-No, lo siento, no sé donde puede estar.
-Hemos salido a dar una vuelta y no puede estar muy lejos.

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