miércoles, 28 de noviembre de 2007

LAS ONCE DE LA MAÑANA DE UN DIA LABORABLE

Son las once de la mañana de un día laborable. Paso por delante de un neojardin del eixample: una explanada con césped y algunos árboles raquíticos rodeados de las paredes medianeras que abrazaban a un edificio que ha sido demolido. Una anciana está en la puerta acabando de comer algo envuelto en un papel marrón. Me saluda, le respondo moviendo los labios y sigo caminando. Ella sigue hablándome. Me giro. Su apariencia es normal, lleva un anorak de tres cuartos marrón y un pequeño bolso. No lleva revistas Atalaya ni parece que venda nada. Quizás esté pidiendo una limosna pero algo en su expresión lo descarta. Me acerco a ella, habla claro pero con un tono de voz apenas audible para mi. Me fijo en sus párpados pintarrajeados, como manchas sin precisión. Sigue hablándome y es entonces cuando entiendo una de las frases: ...te dejo correr en la boca...

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