Por la mañana suelo ir a una cafetería para desayunar y leer la prensa.
Normalmente hay un grupo de cinco o seis hombres con aspecto de jubilados que juegan al dominó.
Llegan unos antes que otros y, mientras esperan que haya quórum, cogen el diario, que luego quedará olvidado en una silla a su vera.
Casi siempre les tengo que interrumpir el juego para pedirles el periódico.
En febrero, el más joven, me invitó a jugar con ellos.
Decliné la oferta
Ayer me encontré por la calle al que me había invitado y me contó que por marzo murieron dos del grupo.
"Tosíamos, pero quien iba a pensar que era el coronavirus"
"Por cierto, nos faltan jugadores. A ver si te animas"
Eso me ha dicho.
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