-¿De cuanto? ¿De dos lineas?
-Sí. -Contesta el hombre. Mientras el otro teclea la demanda este vuelve a hablar- ¿Le dije que murió mi mujer-.
-Sí. -Contesta el encargado. Le entrega el bonoloto. -Debe estar muy solito ahora.
-Un poco. Mis hijas vienen de vez en cuando. -Da el dinero, se guarda el boleto y se va.
-Un momento, -le indica el encargado- me está robando -dice con un tono que es falsamente serio. -Faltan 50 céntimos.
-Ay, perdone. -Saca otra vez el monedero. -Es que me he equivocado. La tenía puesta en otro sitio.
-A mí también me pasa. -Le tranquiliza el encargado- Con las prisas pongo mal las monedas y después me equivoco.
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