domingo, 6 de julio de 2008

ENCUENTRO

Lo recuerdo atractivo, fibroso, ràpido, brillante, simpático y con carisma. Era el lider de la facción conductista en la facultad de psicología. Los compañeros le admiraban y las mozas caían rendidas por su seducción natural. En tercero hizo planes para viajar por el mundo. Se iba con un amigo, su plan era trabajar y viajar. On the road hacía estragos. Supongo que Kerouac debe dedicar bastantes horas en el infierno escuchando a todos aquellos que quisieron imitarle. Total que se fue con su amigo a recorrer el mundo, pero por Lleida (a unos 150 kilómetros de la salida) no encontraron trabajo y volvieron con el rabo entre las patas. No teniendo más alternativa que continuar los estudios o trabajar en la pescadería de sus padres (decía cosas extrañas mientras decapitaba pescados) dedicó todas las energías en ser el mejor estudiante. Trabajando con ahínco y trabajándose a los profesores sus notas subieron espectacularmente y consiguió introducirse en la facultad. Seguía poseyendo los mismos adjetivos que al principio pero diría que también cierto escepticismo, una ironía que aplanaba con frases contundentes del tipo de si a los treinta utilizas el transporte público eres un fracasado. Nos vimos menos, y sabía de vez en cuando de él. Había repudiado el conductismo y ahora era un ferviente psicoanalísta. Se casó con una alumna y tuvo un par de hijos. Vivía en Sant Cugat que es el pueblo de la clase pudiente de Barcelona. Me lo volví a encontrar en un avión de bajo coste camino a París. Se había divorciado y ahora viajaba con otra alumna de muy buen ver. Los años no lo han hecho cambiar mucho físicamente. Tiene, eso si, un aire más sosegado, más serio, más académico. Han pasado casi 25 años. Ahora vive en Rubí que sería la antítesis de donde vivía antes. Un gran cambio, le comento. Sí, responde, pero el barrio está cerca de Sant Cugat.

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