viernes, 23 de mayo de 2008

PROPIOPERCEPCIÓN

Liliana tiene una edad ambivalente, para mi es joven, pero para ella es la edad crucial donde uno se pregunta, juzga su pasado y ve entre tinieblas su futuro. Cuando uno hace balance de su vida anterior es que las cosas no van bien. Un divorcio, una relación mal acabada y un trabajo que no le gusta. Requisitos que cumple la mayoría de la población entre los 25 y los 64 años. Se examina con la capacidad y rigor de un entomólogo para descubrir y anticipar los estragos que le vendrán con la edad. Yo no se los veo pero ella aprecia en ligeros pliegues, valles; en ligeros cambios de color de la piel, manchas visibles desde el meteosat; en cierta perdida de turgencia de sus senos, la gravedad de un agujero negro. Yo le digo, y además estoy convencido, de que este año conocerá a un príncipe azul (al menos hasta que se destiña) pero ella se ve muy patito feo y muy insegura por sus fracasos afectivos, y en esto la corporación dermoestética aún no llega. Tiene 35 años y hace balance. ¿Y quien no?

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