lunes, 3 de marzo de 2008

LA TERNURA DEL PATITO

La familia pasea por la Rambla cuando se paran delante de una parada de animales. Los hijos, aún prepúberes, se encandilan con un patito. ¡Es tan tierno!
La madre sin convencer pregunta a la dependienta:
-¿Pero que haré cuando crezca?
-Nada, le responde tranquilizadora, me lo traen y ya está.
Se lo llevan a casa
El patito tan tierno, tan divertido... entre sus cualidades no está la del control de esfínteres. Así que lo hace por toda la casa. ¡Pero es tan bonito el patito! y los niños están encantados. Además así seguro que aprenden la importancia de la responsabilidad.
Pero el pato crece, y las cagadas también, así que la madre vuelve al lugar donde lo compraron y pregunta, con cierta carga angustiada, porque a pesar de todo también quiere al patito, qué van a hacer si traen al pato, la encargada le responde con naturalidad que le llevaran a un jardín con otros patos y estará allí hasta que muera de muerte natural, ay no, que no le dice eso, le dice que llevaran a una granja y allí pues eso, lo que les espera a todos los patos.
La madre siente una congoja más grande que su asco a las cagadas del pato así que lo habla, confidencialmente, con el padre y dicen que no, que no pueden hacer eso a su pato, tampoco pueden dejarlo en cualquier sitio como un jardín público o peor aun en el bosque ya que se lo comerían en un pis pas.
El pato a todo esto y ajeno a su protagonismo dramático en la historia sigue pateándose la casa y cagándose en donde le viene en gana.

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