El
25 de mayo de 2024 hacía la comunión Manolito, un chavalito que había
tenido la mala suerte de tener como padre al mayor HDP de todos los
constructores del Real Sitio y Villa de Aranjuez, el Sr. Benito (este señor se quedó con todos mis ahorros y con
los de mi marido, que cegados por la ilusión de hacernos la casa de
nuestros sueños, caímos en la trampa de pagarle una sustanciosa cantidad
de dinero, en concepto de adelanto para el inicio de la construcción,
hecho que nunca ocurrió).
Tal era mi indignación y mi
impotencia, ante su indiferencia e impunidad, después de recibir varios
burofax y citaciones de nuestro abogado, que decidí tomar cartas en el
asunto yo misma.
Le llamé por teléfono y le amenacé
con presentarme en la comunión de Manolito y darle un regalo especial,
si no me devolvía mi dinero. Él no me creyó, pero yo que estoy muy, pero
que muy loca (en parte gracias al Sr. Benito) saqué mi vestido de tul y
me presenté en la iglesia. Al principio dudé si quedarme al lado de
Manolito y acompañarle de la mano al altar para recibir por primera vez
el cuerpo de Cristo o sentarme entre la suegra y el cuñado del Sr.
Benito. Finalmente me senté al lado de estos dos personajes, después de
darme unas vueltecitas para asegurarme de que él se había
percatado de mi presencia.
Además, a lo largo de esa
maravillosa ceremonia, tuve dos terribles tentaciones (¿o no tan
terribles?): la primera fue cuando el Sr. Benito se ofreció voluntario
para la primera lectura, tuve un deseo incontrolable de levantarme y
aplaudir su gran actuación. ¡Qué espectáculo tan maravilloso! Pero
finalmente me contuve; la segunda fue en el momento en el que todos los
niños vestidos de marineritos y almirantes (entre ellos Manolito) se
disponían en fila para la lectura de peticiones. ¿Por qué no podía leer
yo mi petición especial?: " Por el Sr. Benito, el gran HDP, que me ha
robado todos mis ahorros, para que Dios se ampare de él, roguemos al
señor".
No sé cómo (igual por mediación de Dios)
pero no lo hice y seguí los sabios consejos de mi querida madre Doña
Francisca, para que Manolito no conservara un mal recuerdo de su
comunión, agarré fuerte la mano de la suegra y del cuñado, y como buena
cristiana me uní a los cánticos religiosos: " Alabaré, alabaré,
alaaaaaaabaré a mi señor"
NOTA.
A día de hoy y tras llamar nuevamente al Sr. Benito y ofrecerme
voluntariamente para ir a recoger todos los días a Manolito al cole, he
recuperado todo mi dinero.
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