lunes, 13 de octubre de 2014

SORPRESA

No me imaginaba nada. Vinieron mis padres a comer, pero eso es normal. Muchos domingos quedamos con ellos. A los postres dijo de bajar a buscar la botella de Dom Pérignon. Dijo que si no la bebíamos ahora se acabaría estropeando. Tuve una sensación extraña, pero me dije que no podía ser eso. 
Brindamos. Mi madre lo hizo por la familia. Luego él brindo por la próxima boda. ¿Boda? ¿Qué boda? 
Metió la mano en el bolsillo y yo me dije, no, no puede ser, será el paquete de tabaco, pero a ver la caja, me puse a llorar.
Un anillo precioso, de oro blanco y con un pequeño diamante. 
Le abrace y me puse a llorar una hora.
Mi madre llorando.
Mi padre llorando.
Me puse yo misma el anillo.



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