martes, 15 de enero de 2008

LO QUE NOS AYUDA A LEVANTARNOS POR LA MAÑANA

Julia es una hembra alfa, o como dicen los castizos una mujer bandera o como dirían los más cutres (entre los que me puedo incluir) una tía buena o como dicen los cutres salchicheros, que tiene un polvo (o dos). Julia, seamos objetivos, es alta, morena, de ojos grandes, labios gustosos y proporciones adecuadas. Es latina. Tiene una sonrisa cómplice y una risa de esas que parecen avergonzarse de salir. Aparte de eso tiene un niño pequeño y un marido que vive en otra galaxia y no solamente no la entiende si no que la tiene a pan y agua (no en el sentido literal, naturalmente). Que haga más de cien mil años que el Homo sapiens sapiens dejo el valle del Rift para crear una moza de estas característica y soporte este tipo de penurias es algo que clama al cielo. No es que ella sea ciega, o se conforme. Hay mocetones que le pueden hacer (y le hacen) tilín, pero su hijo, glups, ¿cuantas relaciones que no funcionan se mantienen por tener hijos pequeños? Siempre está la fantasía de que un día crecerá. Tiene unos treinta y pocos y, aunque no sé como era cuando tenía 20, seguro que ha mejorado con los años. Y probablemente aún mejorará cuando llegue a los 40. Claro que ella de eso no quiere oír ni hablar. Hace unos años como por casualidad conoció la pintura, no lo hacía mal y se metió en ello de cabeza. Como debe ser. Medio amateur medio profesional continúa su obra, las críticas, hay de todo, suelen ser positivas. Va ganando confianza en si misma y esto, más su hijo, es lo que, supongo, le ayuda a levantarse por la mañana.

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